Llegas a casa, por fin, tras horas y horas trabajando. Estás cansado, muy cansado. Tienes que terminar la presentación de un proyecto importante para dentro de 2 días, y apenas acabas de comenzarla. Te sientes estresado a más no poder, y cuando llegas a tu hogar por la noche no te lo piensas dos veces: a la cama pero ya. Te tiras en el colchón incluso con ropa, qué más da, te la cambiarás por la mañana. Empiezas a quedarte dormido, sientes el placer de reposar todo el peso de tu cuerpo, notas cómo tus músculos se relajan, comienzas a caer en los brazos de Morfeo cuando de repente... ¡BAM! Escuchas un golpe, una explosión. Te despiertas y levantas de la cama, aturdido, sientes que el corazón se te sale del pecho. El sonido parecía provenir de dentro de tu cabeza, pero, ¿cómo podía ser eso posible? A la ansiedad que tenías por el trabajo se le suma la angustia provocada por esta situación. Durante varias horas intentas relajarte, hasta que por fin te quedas dormido, esta vez sin estru