¿Por qué soy feliz con un 5 en vez de un 7?


Hace poco leí una reflexión que trataba sobre el conformismo (o el inconformismo, depende de como se mire) y el esfuerzo, y de las recompensas obtenidas tras el mismo. Una reflexión bastante interesante, pero que me pareció que en ciertos puntos pecaba de falta de precisión y exactitud, y es así que pensé que sería una buena idea tratar algunos puntos mencionados en la misma y puntualizarlos. Eso sí, siempre sin ánimo de ofender ni de levantar polémica; tan sólo quería añadir algunos matices que creo que enriquecerían la cuestión.

Uno de los temas concretamente de los que habla, es la importancia de la carrera en nuestro futuro como profesionales de la salud. Todos los médicos a los que he preguntado (y cuando digo todos me refiero a que no ha habido ninguno que me haya dicho lo contrario, recalco) han coincidido en que la carrera (licenciatura en su caso, grado en el nuestro) no sirve "para nada", que la profesión se aprende de verdad "durante la residencia y en tu día a día". A priori esta afirmación pudiera parecer sencilla, pero analicémosla en detalle.

Cuando dicen que la carrera no sirve para nada, está claro que no lo dicen en el sentido literal; tendrían si no los mismos conocimientos que nosotros antes de comenzarla, y no sabrían ni qué enfermedades existen, y recordemos que "un médico solo diagnostica lo que sabe". Sin embargo, esto no quiere decir que el mayor peso de nuestra formación recaiga en nuestra carrera (a pesar de lo irónico que suena, y que esta sea vital tal y como actualmente está planteada. Pensémoslo bien, ¿cuántas de las cosas que nos "enseñan" en clase tienen aplicación clínica real y/o directa? Y yendo más allá, ¿cuántas de esas cosas seguirán estando vigentes cuando lleguemos a ejercer? En mi caso, en 3º de Medicina, me quedan como 4 años para empezar a ejercer como residente, y hasta los 65 años que me jubile te dejo a ti querido lector los cálculos. En todo ese tiempo, seguro que habrán mil cambios en lo que se sabe del cuerpo humano, y muchas de las cosas que ahora son vanguardia el día de mañana quizás deban ser incluso reescritas. Esto no significa no estudiar lo que hay ahora; solo significa estudiarlo siendo conscientes de esta realidad de la que no podemos huir, y que hace que el médico nunca deje, en realidad, de estudiar y de formarse. Y hasta los 65 años me quedan muuuuchos más años de los que llevo en estos 3 de formación.

Una vez dicho esto, quisiera pasar al tema al cual se debe el título de esta entrada, que no es otro sino las notas. En la reflexión que me indujo a escribir estas líneas, se hablaba de que no es lo mismo sacar un 5 en vez de un 7, o un 8 en vez de un 9. Y no, claro que no lo es. Pero algo que obviaba el susodicho escrito, era que la nota no depende únicamente de ti. Ni si quiera depende exclusivamente de tu esfuerzo, aunque por lo general es directamente proporcional. Depende de algo llamado criterios de evaluación. Esos criterios de evaluación de los cuales muchos alumnos -entre ellos yo mismo- nos quejamos. Y nos quejamos con derecho, oigan, porque muchos de ellos no tienen sentido alguno, pues estos deben tener como objetivo determinar si una persona sabe o no sabe sobre la materia de la que es examinada, no pareciendo este ni mucho menos el fin en el caso de algunas conocidas asignaturas. Pondré un ejemplo muy sencillo que a todos mis compañeros de curso ya se les habrá pasado por la cabeza si es que me están leyendo: Microbiología. Es una asignatura anual, de 9 créditos ECTs, de la cual solo existen convocatoria con carácter de parcial en Febrero y de final en Junio. En total, son como unos 52 temas o así, 25 entran en el primer parcial y el resto en el segundo. Dejaré a un lado la polémica de tener un único parcial de una asignatura tan densa (y que estén prohibidos fuera de finales de Enero-Febrero por el Decanato), y pasaré a decirles un poco en qué consiste. Básicamente, el examen se compone de una primera parte tipo test con 50 preguntas de múltiple respuesta (5 opciones creo recordar), solo 1 de ellas correcta, restando 1 cada 5 mal (pudiera parecer poco... pero en la práctica, no lo es), seguida de una segunda parte con 10 preguntas "cortas" (varias de ellas en la práctica de desarrollo). Y ahora, la guindilla del pastel: para aprobar hay que sacar un 7. Sí, s-i-e-te. No 5. Siete. ¿Quieren decirme qué pinta ahí ese 7 para aprobar? Subir la nota del aprobado de un 5 a algo superior se utiliza para contrarrestar el factor suerte en un examen tipo test que no resta negativos. Hemos visto ya que el test resta negativos (menos que otras asignaturas, pero no deja de ser una cantidad nada despreciable). E incluso si por ahí pudiera excusarse, ¿qué hay de las preguntas cortas? ¿También existe el factor suerte? Claro, que te prepares solo una parte del temario y solo te caiga esa parte. Pero entonces, eso ya está contrarrestado por el tipo test, que abarca en principio todo el temario. ¿Cuál es la finalidad de ese 7 que hace que tanta gente vaya a Junio con toda la materia, en vez de librarse de la bacteriología? Aún a día de hoy no la comprendo. ¿Acaso un parcial en una asignatura anual es un regalo? ¿Cómo va a ser lógico que lo normal sean 52 temas de una asignatura en un único examen, junto con otras 7 asignaturas?

Esto es precisamente de lo que nos quejamos. De criterios sin sentido. Y más, si la asignatura está mal dada. Sí, puedes faltar a clase (bueno, no en todas, ¿alguien dijo Anestesia?) y cogerte un libro, ¿pero entonces para qué le pagan al profesor por dar clases teóricas en las que lee una diapositiva y si el ordenador no funciona no sabe qué hacer? ¿Y qué hay de esos profesores que deciden no dar un seminario porque "es un coñazo" o que lo interrumpen para fumar? ¿Tenemos que conformarnos con ello, y "adaptarnos"?

Adaptarse no es conformarse. Uno está obligado a seguir esos criterios de evaluación -por hablar de algo en concreto- hasta que los cambien. Y evidentemente, quien te va a evaluar va a seguirlos (en principio, claro está; luego pueden saltárselos a la torera. ¿También debemos aguantar eso?) y tienes que tragar. Pero eso no significa que olvides que eso NO es lo correcto, por mucho que te quieran hacer creer que sí. Porque si fueramos conformistas aún estaríamos haciendo chispas para encender una llama en una cueva de Altamira, en vez de operando con equipos robóticos. Y si no nos quejamos, nunca cambiarán esos criterios. Todas las generaciones que vengan atrás, hasta que algún profesor de jubile y otro llegue en su lugar, sufrirán lo mismo que nosotros. Y seremos, en cierto modo, cómplices de ello.

Tenemos derecho a enfadarnos, a patalear y a llorar. Lo tenemos, porque lo que nos hacen no es justo. Lo importante es levantarnos, andar y continuar, y superar los obstáculos y las piedras y muros que levantan a nuestro pasar; pero sin olvidar jamás la injusticia que eso supone. No se trata de que nos lo pongan todo por delante, hecho, y que no nos lo curremos. Se trata de que nos permitan currárnoslo. Porque si los profesores son así, no dispongo del tiempo que quisiera para indagar en las asignaturas y dominarlas. Y mi forma de adaptarme no es dejándome asignaturas para Junio o para verano, sino seleccionando aquellas que considero más importantes y centrándome en ellas, en perjuicio de aquellas cuya importancia o peso (y no solo en cuanto a utilidad clínica, sino también calidad con la que se ha dado o criterios de evaluación) vea menor. No todos nos adaptamos igual, del mismo modo que un músculo se adapta hipertrofiándose y el útero lo hace también hiperplasiándose. Y no olvidemos que una célula no solo se lesiona cuando no se adapta, sino también cuando la adaptación es excesiva. Y si el estrés que induce a la adaptación dura mucho tiempo, puede malignizarse, y dar cáncer. O dicho de otro modo, burnout.

Del mismo modo, he de remarcar que igualmente comprendo las afirmaciones que hizo quien escribió la reflexión, puesto que el aura de negatividad entre los estudiantes, por lo menos los de mi curso, se extendía más allá del horizonte, y esa no es la actitud a mi modo de ver más acertada (pero la comprendo totalmente y por supuesto que es natural sentirse así).

Por último, me gustaría comentar acerca de los seminarios y su utilidad. El texto que inspiró esta entrada incluye varios ejemplos de quejas típicas como son el "hay que ver que repiten lo de clase" y el "hay que ver que dan más temas". La clave está en que ninguna de esas dos situaciones es la adecuada. Los seminarios no están hechos para repetir lo anteriormente dado en clase, igual que tampoco están pensados para añadir nueva materia teórica que no daba tiempo de dar en las horas fijadas para ello. Los seminarios deben propiciar un ambiente de participación en el cual puedan otearse nuevos horizontes, a partir de los conocimientos que ya has adquirido en las clases teóricas. Ni mucho menos repetir lo dado, o dar un tema completamente nuevo. Y lo mismo para las prácticas. Es por eso que esas dos quejas están tan presentes en el día a día, y son fruto no de nuestra falta de adaptación, sino de nuestro conformismo innato que en su día enfocamos en sacar notas altas para entrar en Medicina.

Quisiera decir que la reflexión que leí me pareció muy acertada en varios puntos, y que además me pareció respetuosa y coherente. He escrito estas líneas tan solo porque algunos aspectos me pareció que se habían simplificado demasiado, cuando son precisamente temas complejos que requieren detenimiento y comprensión. Cada uno hace como puede. Unos aguantan estoicos todo lo que les viene por delante y salen vivos, aunque con rasguños. Otros necesitan dar una pataleta antes de resignarse para poder seguir adelante, porque no tienen las facilidades, ya sean económicas o intelectuales (o incluso simplemente peor suerte), que otros sí tienen. Hay gente que tiene vocación pero es consciente de que la Universidad es solo una etapa más en la formación del profesional médico, y en la marabunda de actividades del campus virtual, de gente que pone la zancadilla a otros y temarios extensísimos, tan solo busca pasar rápido esta parte de nuestra vida, aprobando todas las que pueda para pronto poder comenzar esa otra en la que tu día a día te enseña, en la que puedes comprobar si lo que has aprendido hasta el momento te es útil. Y eso para mí, es igual de respetable que otras formas de superar la situación. Aunque suponga ser feliz con un 5 en vez de un 7.

Fuentes:
Imagen que encabeza la entrada | http://www.actuaidaduniversitaria.com/wp-content/uploads/2012/09/primer-dia-de-selectividad-en-la-facultad-de-medicina-uca.jpg

Comentarios

  1. Bueno, me ha parecido bien como has analizado la situación, y también es necesario tratar como resulta que nuestrad asignaturas no tiene nada que ver con los maravillosos créditos de Bolonia, ya no es solo la forma de evaluarnos, sino que el contenido de nuestras asignaturas supera con ganas el de otras carreras en las que 6 creditos son 10 TEMAS,mientras a nosotros de 25 no baja , no me fastidies, y a eso lo llamamos igualdad, vamos que luego resulta que la formación del grado tiene "toda su lógica" cuando hay más materia y nadie sabe por qué,, un saludo, luego que no digan

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    1. Totalmente de acuerdo con lo que comentas sobre los créditos, pero como hubiera incluido eso ya me habría desviado de los temas que quería tratar (y además ese en concreto da para hablar largo y tendido). Ojalá pudiéramos hacer algo para cambiar eso, pero viendo cómo es algo generalizado en las distintas facultades del país lo veo difícil, pero quién sabe.

      Un saludo, y muchas gracias por leerme (y comentar) :)

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